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Arquitectura

La intervención moderna

En el solar que hoy ocupa el Museo Patio Herreriano, antes Monasterio de San Benito, se ubicaron en los siglos XII y XIII los Reales Alcázares. En el s. XIV esta fortaleza perdió su función defensiva para convertirse en monasterio benedictino. La primitiva iglesia del monasterio ocupaba el espacio de la antigua capilla del Alcázar (capilla de San Ildefonso), y a sus pies se construyó una importante capilla funeraria, la de Don Sancho de Rojas, hoy de los Condes de Fuensaldaña. La orden benedictina practicaba una clausura estricta y voto de silencio, lo que suponía una ruptura en la relajación de costumbres de la Iglesia en la baja Edad Media. En los siglos XIV y XV recibió numerosas donaciones de nobles y eclesiásticos y pasó a convertirse en cabeza de la orden en España. Estas contribuciones económicas y su cada vez más extenso poder le permitieron ir acometiendo sucesivas reformas y ampliaciones.

A finales del s. XV pudo construirse una gran iglesia para el monasterio (actual iglesia de San Benito) en la que participaron algunos de los mejores arquitectos de la época, como Juan de Arandia y Rodrigo Gil de Hontañón, y a finales del s. XVI se encargó al arquitecto Juan de Ribero Rada el diseño de un nuevo y más amplio monasterio. Las "trazas universales", es decir, el diseño general del conjunto monástico, se conservan en el Archivo Histórico Nacional. Se trataba de un proyecto ambicioso que sólo pudo ser llevado a cabo parcialmente y que giraba en torno a tres claustros principales: el patio procesional (actual Patio Herreriano) que acogía las dependencias de los monjes, dormitorios, refectorio, sala capitular y biblioteca; el Patio de Novicios, que separaba la zona de clausura de la zona pública; y el Patio de la Hospedería, que albergaba los servicios públicos del monasterio. Éste era la mejor botica, el archivo y banco más seguros de la ciudad y la bodega más importante, puesto que los benedictinos eran propietarios de grandes extensiones de viñedos.

Durante mucho tiempo el Patio Herreriano fue atribuido erróneamente al arquitecto Juan de Herrera por su estilo y proporciones, inspirados en el Patio de los Evangelistas de El Escorial. Una vez acabada la fachada principal del monasterio, llamada Portería Real, el Patio se inicia en torno a 1596, prolongándose su construcción hasta 1665. Las proporciones del claustro están condicionadas por el espacio preexistente delimitado por la iglesia de San Benito, el cuarto de San Julián (actual sala Gil de Hontañón) y la Capilla de los Condes de Fuensaldaña. La construcción del Patio Herreriano contribuyó a enlazar el desmembrado conjunto de edificaciones que hasta el momento habían formado parte del monasterio.

Aunque no se observa a primera vista no es un patio totalmente regular, puesto que la longitud de sus lados y los ángulos de unión son desiguales. Estas irregularidades son apenas perceptibles, dado que la armonía de su organización espacial se ve reforzada por el propio alzado del claustro. Cada lienzo está formado por dos alturas de siete arcos cada una, separados por columnas pareadas, en el cuerpo inferior toscanas y en el superior jónicas. La monumentalidad viene resaltada igualmente por el empleo de la piedra, que aunque era un material escaso en Castilla, pudo obtenerse gracias a la concesión por parte de Felipe II del uso en exclusiva de unas canteras cercanas. El Patio Herreriano constituye por su orden y claridad uno de los mejores ejemplos de arquitectura clasicista española del s. XVI.

Las obras del monasterio se prolongaron hasta el siglo XVIII, momento en que se termina el claustro de la Hospedería. Poco después empieza el declive de su historia como centro monástico. La llegada de las tropas napoleónicas supuso el levantamiento de los suelos de piedra de los patios para pavimentar las calles de la ciudad, mientras en el interior del templo se construían hornos y almacenes de grano y paja. La breve recuperación benedictina tras la invasión francesa quedó truncada por los decretos de desamortización que supusieron su cierre definitivo en 1835.

Entre esta fecha y 1965, que pasó a ser dependencia municipal, el monasterio volvió a su origen militar, denominándose Fuerte de San Benito, lo que llevó al derribo y reforma de significativas zonas del antiguo monasterio. En la actualidad cada uno de los tres patios cumple diversas funciones. El de la Hospedería es sede de oficinas del Ayuntamiento, tras una profunda rehabilitación arquitectónica. La iglesia de San Benito y un sector del patio de novicios están regentados por los carmelitas descalzos. Finamente el Patio Herreriano alberga la sede del Museo de Arte Contemporáneo. De su extremo oeste nacen ahora las nuevas construcciones necesarias para su adaptación a museo. El complejo arquitectónico se ha formado por tanto a través de un largo e histórico ensamblaje de espacios, de los que el museo es el último avatar. La peculiaridad de San Benito trasciende así su historia para hacerse, de nuevo, un centro de referencia en Valladolid.

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