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Starnberger See

Perejaume

1989
Oleo sobre lienzo
Medidas: 60x122 cm
A.C.A.C. Ebro Foods, S.A.

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Procedencia:
Col. artista / Gal. Palma Dotze, Villafranca del Penedés (Barcelona) / C.A.C.- Museo Patio Herreriano, Valladolid

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Exposiciones:
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Bibiliografía:
Museo Patio Herreriano. Arte Contemporáneo Español, Colección Arte Contemporáneo y Ayuntamiento, Valladolid, 2002, 254, rep.c.

Comentario:
Uno de los aspectos más relevantes de la obra de Perejaume es la relación entre paisaje y pintura. Asumiendo plenamente su mirada al pasado, el siglo XIX es para él un legado activo en torno al cual reflexionar. La pintura, el espacio museístico, los códigos de representación, son desmontados para, trabajando por separado con ellos, insertarlos en una concepción nueva. De esta manera, Perejaume recurre a fragmentos de cuadros, a molduras de marcos, a elementos del vocabulario pictórico como son las pinceladas para, reubicándolos, generar otras cadenas de significados y formas. Con el paisaje desarrolla dos vertientes. Por una parte, la de los cuadros pintados siguiendo más o menos las convenciones de la pintura, como es el caso de Starnberger see, donde prima una cierta introspección neorromántica. Por otra, la salida al propio paisaje natural que, en virtud de una mínima intervención por parte del artista, se convierte en la obra de arte. En la obsesión de la pintura por reproducir el mundo mediante la mimesis, tradicionalmente el artista reduce, empequeñece las cosas para hacerlas caber en el lienzo. El paisaje realiza esta miniaturización de forma aun más evidente: "los hombres hemos aprendido a alisar la tierra en un papel, inventando el paisaje portátil". Esta idea generó toda una serie de asociaciones y creaciones alrededor de lo que Perejaume llamó "pesebrismo". La no abarcabilidad de la obra de arte quedaba patente en sus creaciones enmarcando con molduras partes de un paisaje natural. Todo paisaje pintado es necesariamente una expresión, hecha puro artificio, de la impotencia del artista respecto al propio objeto de la representación. Muchos de los paisajes pintados por Perejaume contienen la conciencia histórica de sus precursores, pero con especial fuerza de Caspar David Friedrich. Starnberger see guarda relación con los lugares crepusculares y brumosos pintados por el artista alemán, llenos de un silencio que congela el tiempo. Está especialmente próximo a Monje a la orilla del mar (1808-10, Staatliche Museum zu Berlin, Nationalgalerie, Berlín), por sus franjas horizontales de pintura ritualmente aplicada convocando penumbras. Si bien en otros paisajes Perejaume incluye pequeños espectadores-caminantes, como en el citado cuadro de Friedrich, aquí la ausencia de seres humanos es total. Dos pequeñas llamas que flanquean el paisaje aportan un componente simbólico que nos habla de la sacralidad invocada en esta obra. Pero Perejaume también ha citado en alguna ocasión otro elemento procedente de la poética del Romanticismo: los paisajes desarrollados a partir de manchas de tinta arrojadas al azar que el inglés Cozens utilizaba para enseñar los paisajes de invención a sus discípulos. Perejaume no es ajeno a esta mecánica del ver y del inventar, este encuentro sorpresivo con formas que, como las manchas sobre los muros de Leonardo, le permiten explorar otras fuentes: aquellas que proceden precisamente de la imaginación. CB

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