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Perejaume

1957 Sant Pol de Mar Barcelona (España)

Obras del autor:

Biografía:
En 1979 obtiene la licenciatura en Historia del Arte por la Universidad de Barcelona. Desde mediados de la década de los setenta, años en que inicia una temprana carrera expositiva, desarrolla una pintura de múltiples referencias que pasan por Friedrich y los maestros románticos en su temática (el paisaje, la noche, el firmamento, el viaje), el surrealismo, que remite tanto a M. Ernst como a la estética de Dau al Set, y el paisajismo catalán del siglo XIX, pintura en la que a los valores meramente plásticos añade desde sus primeras formulaciones una fuerte carga literaria, en el que el papel de J. Brossa aparece como determinante. Ya en los primeros años ochenta comienza a diversificar sus soportes y vehículos creativos mediante el uso de la fotografía, el collage y la performance, en una estrategia integradora de medios al servicio de un objetivo que recorre transversalmente toda su trayectoria artística, y que responde a la puesta en evidencia de los mecanismos de representación, percepción e interpretación de lo real. En este sentido, pintura y paisaje se convierten en temas centrales de su obra, categorías sobre las que despliega una doble lectura: de un lado las percibe como paradigmas culturales que condicionan la forma de mirar, aprehender y relacionarse con el mundo sensible; de otro, las contempla como construcciones a las que otorga una dimensión instrumental y, como tales, las reduce a una condición objetual, susceptibles, por tanto, de manipulación y transformación en función de sus intereses conceptuales. Aunque esbozados desde sus primeras etapas, en los años ochenta define un repertorio de temas que mantiene durante toda su carrera, reducido numéricamente aunque complejo en su declinación metafórica. En uno de los primeros, establece un paralelismo entre teatro y pintura con el que escenifica las paradojas que se derivan de la diversidad semántica que acompaña a la representación, y en el que desde el inicio queda patente el uso sistemático del fragmento como una de sus claves lingüísticas más personales. Esta solución retórica termina definiendo su táctica reflexiva en torno a la práctica de la pintura, en un proceso que, tras la reducción de ésta a sus mínimos componentes sintácticos, culmina con la dotación de naturaleza significante a la pincelada, los pigmentos, la firma, el aglutinante o el marco. La capacidad de delimitación que se desprende de este último como metáfora que señala la frontera entre realidad y representación le permite analizar, desde otro punto de vista, la naturaleza diversa de los factores que median sobre la mirada y condicionan su autonomía en su proceso de selección de imágenes del entorno. De esta forma, la tematización del marco, así como del resto de componentes de la pintura –y de la escultura- se convierte en un vehículo de crítica implícita a los sistemas de exposición y, por extensión, de musealización, cuyo cuestionamiento viene dado no tanto por su carácter artificial y cultural en cuanto sistemas de mediación como por la posición dominante que ejercen. Por este motivo, aboga por otros sistemas de mediación que reinterpreta de modo que faciliten lecturas más personales y diferenciadas, línea en que se inserta, por ejemplo, el uso que hace de la tarjeta postal –relación personal a modo de diario entre el espectador y el entorno que contempla o retiene en su memoria- o el pesebrismo, adoptando una práctica de gran raigambre en el contexto de la cultura popular catalana, y con el que juega en términos de objeto encontrado con la misma idea de reducción de escalas y de miniaturización del mundo que prevalece en la pintura. Paralelamente, y con la misma relevancia que su producción visual, desde comienzos de los años ochenta lleva a cabo una amplia producción literaria que incluye ensayo, crítica, narrativa y poesía.

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