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Sin título

Joan Miró

1930
Lápiz y carboncillo sobre papel
Medidas: 63x46,5 cm
A.C.A.C. Navarro Generación, S.A.

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Procedencia:
Col. artista / Col. Irene y Jacques Elbaz, París / Gal. Oriol, Barcelona / C.A.C.- Museo Patio Herreriano, Valladolid

Firma:
SIN FIRMAR

Exposiciones:
2001 Gal. Guillermo de Osma, Madrid / 2001 Gal. Oriol, Barcelona

Bibiliografía:
Joan Miró. Retrospective de l'oeuvre peint, Fondation Maeght, 1990, 84, rep. b/n; Museo Patio Herreriano. Arte Contemporáneo Español, Colección Arte Contemporáneo y Ayuntamiento, Valladolid, 2002, 62, rep.c

Comentario:
Este dibujo tiene su origen en un Cuaderno realizado en Palma de Mallorca en 1930, un año después de la boda de Miró con Pilar Juncosa. El pintor decidió repetirlos iguales y a lápiz Conté, pero ampliando el tamaño. Gaëtan Picon, en su estudio sobre los Cuadernos Catalanes (Barcelona, 1980), reproduce el dibujo inicial que, además tener un tamaño más reducido, está trazado sobre distinto tipo de papel y tiene las dos perforaciones de la encuadernación. Estos dibujos grandes fueron dispersados, aunque Miró volvió a verlos en casa de Colette Allendy, si bien no especifica en qué fecha. El propio Miró explicó todos estos detalles al citado autor, añadiendo que no se trataba de dibujos preparatorios para cuadros, sino creaciones independientes que, sin embargo, podrían reaparecer más tarde en otras obras. La recurrencia de ciertas formas mironianas es un hecho constatado a lo largo de su trayectoria creativa, de manera que puede apreciarse una relación formal entre este personaje y otros que se verán en obras posteriores, sobre todo de los años treinta y cuarenta. En la época en que realizó este dibujo, Miró estaba en contacto con el surrealismo, aunque mantuvo una gran independencia respecto a Breton y su grupo, a los que había conocido en París en 1924. En su obra las imágenes surreales y sobre todo el espíritu dadaísta, le permitieron liquidar una etapa anterior que consideraba agotada. Su rechazo se dirigía tanto hacia el realismo detallista, como a las prolongaciones del cubismo que habían incidido en su pintura. Aunque la primera alusión a "asesinar la pintura" aparece en 1927, ya antes se había producido una crisis fundamental. Este dibujo de 1930 está inmerso de lleno en este periodo "antipictórico" en el cual la esquematización de las figuras se radicaliza, y los objetos y personajes van reduciéndose a signos cuya caligrafía es especialmente apreciable en la línea grácil y firme, muy homogénea en intensidad y grosor, de sus dibujos. Es llamativo el sombreado de la enorme boca. Como en los demás dibujos del Cuaderno de 1930, la representación se limita a una figura única trazada mediante esa línea sinuosa, flotante, que encarna la misma vivacidad fluctuante de los personajes de sus cuadros. Dominan las curvas y las configuraciones ovoides que proporcionan un carácter orgánico y pueden encontrarse ya en obras anteriores. También se ha hablado de una proximidad a obras del Picasso surrealista, cuyas figuras deformes e híbridas podrían, según Pierre Georgel (catálogo de dibujos de Miró, Paris1978-79), haber influido. Por otra parte, en Sin título, la forma de ameba que rodea la cabeza del personaje no es muy distinta a la que aparece como partes del cuerpo en los Retratos Imaginarios de 1929. Como otras que surgen en esos años, esta criatura del dibujo participa de una agresividad visible en la hipertrofia de su boca y dientes. La enorme boca abierta contradice la inocencia y depuración aparente de la línea limpia y escueta del resto. Desde la boca dentada del personaje tocando el laúd en Interior Holandés I (1928), vuelven a aparecer variantes de este tipo de boca con profusión en 1934 en collages y pasteles, así como en otros personajes de la siguiente década. CB

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