Partida de damas
Manolo Quejido
1985
Oleo sobre lienzo
Medidas: 233,5x194,5 cm
A.C.A.C. Colección BBVA
Procedencia:
Firma:
SIN FIRMAR
Exposiciones:
SIN EXPOSICIONES
Bibiliografía:
SIN BIBLIOGRAFÍA
Comentario:
Una de las constantes de la obra de Manolo Quejido es su trabajo en series, en bloques temáticos muchas veces recurrentes, de forma que parece que su discurso pictórico va definiéndose a lo largo de un proceso general, y no mediante sucesión más o menos sincopada de etapas. Tras la experiencia de Taco y a su regreso de un importante viaje a Estados Unidos, la trayectoria de Quejido se remansa y concentra. Aborda los grandes formatos y el discurso interior-exterior de la pintura y la tradición. Este cuadro concluye una de esas series: la de Reflejos, iniciada en 1983. En una habitación hay un grupo de figuras; en primer término dos mujeres jugando a las damas y un niño que se vuelve hacia el espectador. El fondo de la habitación es una caja escénica que recuerda la sala de Las Meninas. En efecto, en este lienzo Quejido recupera a sus grandes maestros, su museo ideal: Velázquez y Cézanne. Años más tarde, en Ladies (1991), retomará el mismo cuadro, pero esta vez con el componente extrovertido del color, asumida plenamente la sensualidad cromática de Matisse. En Partida de damas se hace evidente algo que el propio Quejido declaró a Fernando Carbonell: "que Velázquez proyectó la pintura al espacio detrás del lienzo, que Cézanne dejó la pintura en la tela y que él [Quejido] la proyectaría al espacio de delante". Este cuadro concluye los Reflejos anteriores: su fondo recoge y refleja el del cuadro que le antecedió, de la misma manera que éste hizo lo propio con el anterior. Todos los lienzos se conectan, así, en virtud del guiño especular. Con una gama limitada a azules oscuros y blanco, Quejido traza aquí sus figuras como barridos esquemáticos de color leve. No hay nitidez, ni perfil, ni detalle: sólo retazos de una imagen percibida a través de los párpados cerrados.