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Narciso

Javier Baldeón

1998
Esmalte y resina epoxy sobre tela
Medidas: 226,5x171,5 cm
Colección de Arte Contemporáneo Español de Naturgy

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Procedencia:
Col. artista / Gal. Fúcares, Madrid / C.A.C.- Museo Patio Herreriano, Valladolid

Firma:
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Exposiciones:
2002 Arte en España, 1977-2002, Sala de Exposiciones Manege, Moscú

Bibiliografía:
Arte en España 1977-2002. Obras de la Colección Arte Contemporáneo del Patio Herreriano, Museo de Arte Contemporáneo Español de Valladolid, Ministerio de Asuntos Exteriores, Sociedad Estatal para la Acción Cultural Exterior, 2002, 31 y 40-41, rep. c; Museo Patio Herreriano. Arte Contemporáneo Español, Colección Arte Contemporáneo y Ayuntamiento, Valladolid, 2002, 260, rep.c.

Comentario:
Javier Baldeón crea aquí una imagen enigmática que recuerda a las sombras chinescas, cuyo perfil oscuro se recorta sobre una pantalla traslúcida. Este efecto está conseguido en Narciso mediante un trabajo cuidadoso con las materias en distintos estratos que atrapan literalmente a la forma, convirtiéndola en una mancha casi desvanecida, incrustada en el tejido interno de la pintura. Narciso es en realidad la sombra proyectada por un cuerpo inexistente, y su proceso tienen relación con obras de la década de los noventa en las cuales Baldeón convertía en imagen fantasmal representaciones de objetos del mundo cotidiano que anegaba en resinas y esmaltes. Aquí evoca una antigua técnica de representación bidimensional de las sombras proyectadas, la esquiagrafía, denominación que él mismo utiliza para designar este tipo de tratamientos pictóricos que ha retomado en los últimos noventa. Se trata de una técnica a la que los clásicos atribuían el origen del dibujo y la pintura partiendo de trazar el contorno de la sombra de un hombre. Se dirime entonces el propio origen de la pintura y también el hecho perceptivo, porque el espectador entreve el motivo -aunque en este caso sea difícil de identificar-, pero la naturaleza de esa imagen se le antoja fugaz y débil. Asiste entonces a una suerte de espejismo, contempla una sombra. Como en el mito platónico de la caverna, Baldeón presenta la fantasmagoría, la ficción entre la realidad, la pintura y la falsedad de aquellas sombras que se observan sobre la pared, cuando lo verdadero se escapa a los sentidos. O también la sombra que Jung entendía como uno de los arquetipos más influyentes en el sujeto, al ser accesible a la experiencia inmediata. Además de sombra, la referencia que ilustra el título es el famoso mito de Narciso. En él confluyen dos aspectos que cobran sentido en la obra de Baldeón: por una parte, Leon Battista Alberti consideró al joven mítico como el origen de la pintura. Por otra, Narciso es la imagen evanescente, el equívoco entre lo real y lo representado: aquel reflejo de sí mismo que, sin saberlo, le enamoró hasta la perdición. Este Narciso de Baldeón, con su apariencia acuosa embebido en las resinas -"un poco de agua es lo que entre nosotros se interpone" dice Ovidio- es objeto de una confusión fundamental que Baldeón traduce a su poética metafórica de la traslucidez, de la imagen que se desvanece pues "cree que es cuerpo lo que es agua". CB

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