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Les acrobates IV

Julio González

1935
Lápiz, tinta china y ceras sobre papel
Medidas: 27x18 cm
Colección de Arte Contemporáneo Español de Naturgy

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Procedencia:
Col. artista / Sucesión González, París / Gal. de France, París / Gal. Elvira González, Madrid / C.A.C.-Museo Patio Herreriano, Valladolid

Firma:
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Exposiciones:
1931 Julio González, Gal. de France, París / 1983 Julio González, Gal. Pieter Coray, Lugano / 1993 Julio González – disegni inediti, Gal. Pieter Coray, Lugano / 1995-96 Julio González: Esculturas y dibujos, 1904-1942,Gal. Elvira González, Madrid

Bibiliografía:
A.A.V.V., Julio González. Zeichnen im Raum. Dessiner dans l'espace, Berna, Kunstmuseum, 1997, 160, rep. b/n; Bernárdez Sanchís, C., "Consideraciones sobre el Dibujo en el arte español del siglo XX", en El arte español del siglo XX. Su perspectiva al final del milenio, Madrid, Consejo Superior de Investigaciones Científicas, 2001, 430, rep. c; Julio González. Dessins inédits, París, Editions Galerie de France, 1993, 145, rep. b/n; Museo Patio Herreriano. Arte Contemporáneo Español, Colección Arte Contemporáneo y Ayuntamiento, Valladolid, 2002, 46, rep.c.

Comentario:
La producción dibujística de Julio González es muy abundante, habiéndose estimado en los estudios más recientes alrededor de 4000 piezas. Los dibujos cubren toda su trayectoria creativa, y no siempre están relacionados con la pintura o la escultura, sino que forman un conjunto autónomo donde González explora imágenes y formas. En algunos casos son incluso posteriores a las esculturas, habiendo sido realizados después de la resolución de problemas plásticos con el hierro forjado y soldado. En este sentido hay que recordar la tensión entre la bidimensionalidad del papel y la necesidad de explorar el volumen tridimensional que caracteriza la actividad del escultor. Por ello en ciertas ocasiones el dibujo no puede cumplir la función preparatoria de la escultura, aunque siempre será terreno fértil para la exploración y el desarrollo de un sistema formal. Hacia 1928-29 Julio González decidió dedicarse a la escultura, dejando atrás su primera intención de ser pintor. Desde entonces su lenguaje escultórico inició una profunda renovación que tendría enormes repercusiones en el arte posterior. Es conocida su famosa definición de la escultura -refiriéndose a Picasso- como dibujo en el espacio. En efecto, su nueva escultura pasó a ser abierta y constituida por el vacío y el elemento sólido liviano de varillas y chapas de hierro, materializaciones de las líneas y los planos que pueblan sus formas dibujadas sobre el papel. Este proceso de reducción de la masa de la estatua se vio unido a una progresiva esquematización formal que, aunque no llegó a dar el paso definitivo hacia la abstracción total, sí llevó la figura -mayoritariamente femenina- a una gran esencialidad. Este dibujo que comentamos es uno de los estudios para la escultura Les Acrobates en hierro forjado y soldado que el artista realizó en 1935 ensamblando dos figuras. Así la expuso en 1936 en el Jeu de Paume en París, aunque más tarde las separó al parecer por problemas técnicos de estabilidad, dando lugar por una parte al Grand personnage debout y por otra a La prière. De Les Acrobates como escultura completa existe una fotografía antigua. El tema se basa en la fusión dinámica de dos figuras entrelazadas, siendo una completa expresión del movimiento. Los dos primeros dibujos de acróbatas son plenamente figurativos y datan de 1906, representando a una mujer en equilibrio, sujeta por el pie por otra figura de la cual solo se ve el brazo. Ya de 1935 datan otros dibujos en uno de los cuales la figura del hombre es visible sujetando por la cadera a la mujer, siendo las figuras bloques volumétricos muy geometrizados y macizos. El otro conjunto del mismo tema, al que pertenece este dibujo que es la versión IV, muestra ya una fuerte constitución lineal reforzada por enérgicos trazos de lápiz, tinta y ceras de color. La conjunción de las dos figuras ha sido reducida a su esencia lineal, y la mujer suspendida en el aire se engancha en la parte superior de la otra figura, vertical y estática. La forma femenina responde a un esquema de líneas oblicuas y quebradas que evocan brazos y piernas en el aire, y otras más finas que son eco de la cabellera al viento, como ocurre en las diversas esculturas que representan a bailarinas, tema muy repetido desde el principio de la década de los años treinta pero desarrollado en figuras únicas. Aquí, en cambio, Julio González explora novedosa y dinámicamente el equilibrio y la conjunción de dos figuras. CB

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