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En tiempo furtivo

Nacho Criado

1997
Fotografía blanco y negro
Medidas: 78,5x227x4 cm
A.C.A.C. Fundación AON España

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Procedencia:
Col. artista / Gal. Metta, Madrid / C.A.C.- Museo Patio Herreriano, Valladolid

Firma:
SIN FIRMAR

Exposiciones:
1997 Centro Galego de Arte Contemporánea, Santiago de Compostela / 2000 ARCO, Gal. Metta, Madrid

Bibiliografía:
Castro Flórez, F. "Nacho Criado", ABC, 12 -II- 2000; Nacho Criado. Tras la ruina... 1966-70, 1989-99, Valencia, IVAM Centre del Carme, 1999, 59, rep. b/n. (sin los relojes); Museo Patio Herreriano. Arte Contemporáneo Español, Colección Arte Contemporáneo y Ayuntamiento, Valladolid, 2002, 304, rep.b/n

Comentario:
En tiempo furtivo... ¿qué hacer? era el título de una exposición que Nacho Criado hizo en 1994 en la madrileña galería Ginkgo. En tiempo furtivo (Piezas desde la mesita de noche) era el de otra muestra, ya de 1997, en el Centro Galego de Arte Contemporánea. En ambas exposiciones hacía referencia a uno de los temas fundamentales sobre los que gravita su obra: el tiempo. La idea de desplazamiento temporal, de devenir y de ruina, está en la raíz de muchos de sus proyectos desde que iniciara su trayectoria artística a finales de los años sesenta. Nacho Criado, que siempre ha sido explorador de una gran variedad de lenguajes plásticos, recurre en En tiempo furtivo a la fotografía, y se inscribe en el mismo clima de reflexión. Tendido en el centro de una cama, el propio artista duerme con la cabeza apoyada en almohadones. A los lados, dos fotografías más pequeñas muestran sendos despertadores de los que se guardan en su propio estuche. Una gruesa moldura negra sirve de marco y convierte a esta imagen en una especie de retablo moderno al sueño y el tiempo. Criado establece un juego de "citas" a obras clásicas de la pintura. La posición de su cuerpo, en escorzo frontal, remite al Cristo yacente de Mantegna (Pinacoteca de Brera, Milán), aunque también presenta similitudes con La lección de anatomía, de Rembrandt (Rijksmuseum, Amsterdam), menos conocida que la del Dr. Tulp, pero más parecida al famoso escorzo del pintor italiano. En efecto, la lectura de En tiempo furtivo como un cuerpo muerto es casi inmediata, y sin embargo el artista se sitúa a sí mismo en las fronteras del sueño, en el sueño en el que suceden acciones e imágenes, en el que se propicia una cadena de reacciones fuera del campo de la lógica y de la vida cotidiana. Una franja de tiempo mágica y creativa que se le roba, furtivamente, a la existencia en vigilia. Un tiempo no lineal en el cual no existe cronología, sino imágenes de diversos orígenes y tiempos, compartidas en el duermevela. No se trata de un sueño alucinatorio de ascendencia surreal, sino de una deliberada valoración de ese espacio incógnito que es pura transición y que sin embargo parece detenido en la experiencia. Igual que los relojes, congelados en una hora imposible de retener por otro método: de ahí el recurso a la fotografía. Esta obra de Nacho Criado adquiere su condición de imagen fija de un tiempo que transcurre mudo; en la exposición del Centro Galego, el sonido real de relojes aportaba una vivencia temporal más inmediata. La imagen posee un discurso propio entre lo estático y lo dinámico, y el cuerpo carnalmente presente, parece flotar y desmaterializarse entre rastros de otras imágenes que, como velos o huellas, se le superponen, fugaces y leves. Aun podría hallarse en esta obra una tercera presencia en concepto y forma. La cabeza de Criado reposa sobre una almohada blanca y un almohadón cuadrado negro; uno de los relojes es negro y el otro blanco, y ambos son cuadrados. Una sutil alusión al Cuadrado negro de Malevich respira entre el orden severo de la forma, la visión escueta y absoluta del creador del Suprematismo, y el cauce por el que se cruzan, furtivas, la memoria y el olvido. CBEn tiempo furtivo... ¿qué hacer? era el título de una exposición que Nacho Criado hizo en 1994 en la madrileña galería Ginkgo. En tiempo furtivo (Piezas desde la mesita de noche) era el de otra muestra, ya de 1997, en el Centro Galego de Arte Contemporánea. En ambas exposiciones hacía referencia a uno de los temas fundamentales sobre los que gravita su obra: el tiempo. La idea de desplazamiento temporal, de devenir y de ruina, está en la raíz de muchos de sus proyectos desde que iniciara su trayectoria artística a finales de los años sesenta. Nacho Criado, que siempre ha sido explorador de una gran variedad de lenguajes plásticos, recurre en En tiempo furtivo a la fotografía, y se inscribe en el mismo clima de reflexión. Tendido en el centro de una cama, el propio artista duerme con la cabeza apoyada en almohadones. A los lados, dos fotografías más pequeñas muestran sendos despertadores de los que se guardan en su propio estuche. Una gruesa moldura negra sirve de marco y convierte a esta imagen en una especie de retablo moderno al sueño y el tiempo. Criado establece un juego de "citas" a obras clásicas de la pintura. La posición de su cuerpo, en escorzo frontal, remite al Cristo yacente de Mantegna (Pinacoteca de Brera, Milán), aunque también presenta similitudes con La lección de anatomía, de Rembrandt (Rijksmuseum, Amsterdam), menos conocida que la del Dr. Tulp, pero más parecida al famoso escorzo del pintor italiano. En efecto, la lectura de En tiempo furtivo como un cuerpo muerto es casi inmediata, y sin embargo el artista se sitúa a sí mismo en las fronteras del sueño, en el sueño en el que suceden acciones e imágenes, en el que se propicia una cadena de reacciones fuera del campo de la lógica y de la vida cotidiana. Una franja de tiempo mágica y creativa que se le roba, furtivamente, a la existencia en vigilia. Un tiempo no lineal en el cual no existe cronología, sino imágenes de diversos orígenes y tiempos, compartidas en el duermevela. No se trata de un sueño alucinatorio de ascendencia surreal, sino de una deliberada valoración de ese espacio incógnito que es pura transición y que sin embargo parece detenido en la experiencia. Igual que los relojes, congelados en una hora imposible de retener por otro método: de ahí el recurso a la fotografía. Esta obra de Nacho Criado adquiere su condición de imagen fija de un tiempo que transcurre mudo; en la exposición del Centro Galego, el sonido real de relojes aportaba una vivencia temporal más inmediata. La imagen posee un discurso propio entre lo estático y lo dinámico, y el cuerpo carnalmente presente, parece flotar y desmaterializarse entre rastros de otras imágenes que, como velos o huellas, se le superponen, fugaces y leves. Aun podría hallarse en esta obra una tercera presencia en concepto y forma. La cabeza de Criado reposa sobre una almohada blanca y un almohadón cuadrado negro; uno de los relojes es negro y el otro blanco, y ambos son cuadrados. Una sutil alusión al Cuadrado negro de Malevich respira entre el orden severo de la forma, la visión escueta y absoluta del creador del Suprematismo, y el cauce por el que se cruzan, furtivas, la memoria y el olvido. CB En tiempo furtivo... ¿qué hacer? era el título de una exposición que Nacho Criado hizo en 1994 en la madrileña galería Ginkgo. En tiempo furtivo (Piezas desde la mesita de noche) era el de otra muestra, ya de 1997, en el Centro Galego de Arte Contemporánea. En ambas exposiciones hacía referencia a uno de los temas fundamentales sobre los que gravita su obra: el tiempo. La idea de desplazamiento temporal, de devenir y de ruina, está en la raíz de muchos de sus proyectos desde que iniciara su trayectoria artística a finales de los años sesenta. Nacho Criado, que siempre ha sido explorador de una gran variedad de lenguajes plásticos, recurre en En tiempo furtivo a la fotografía, y se inscribe en el mismo clima de reflexión. Tendido en el centro de una cama, el propio artista duerme con la cabeza apoyada en almohadones. A los lados, dos fotografías más pequeñas muestran sendos despertadores de los que se guardan en su propio estuche. Una gruesa moldura negra sirve de marco y convierte a esta imagen en una especie de retablo moderno al sueño y el tiempo. Criado establece un juego de "citas" a obras clásicas de la pintura. La posición de su cuerpo, en escorzo frontal, remite al Cristo yacente de Mantegna (Pinacoteca de Brera, Milán), aunque también presenta similitudes con La lección de anatomía, de Rembrandt (Rijksmuseum, Amsterdam), menos conocida que la del Dr. Tulp, pero más parecida al famoso escorzo del pintor italiano. En efecto, la lectura de En tiempo furtivo como un cuerpo muerto es casi inmediata, y sin embargo el artista se sitúa a sí mismo en las fronteras del sueño, en el sueño en el que suceden acciones e imágenes, en el que se propicia una cadena de reacciones fuera del campo de la lógica y de la vida cotidiana. Una franja de tiempo mágica y creativa que se le roba, furtivamente, a la existencia en vigilia. Un tiempo no lineal en el cual no existe cronología, sino imágenes de diversos orígenes y tiempos, compartidas en el duermevela. No se trata de un sueño alucinatorio de ascendencia surreal, sino de una deliberada valoración de ese espacio incógnito que es pura transición y que sin embargo parece detenido en la experiencia. Igual que los relojes, congelados en una hora imposible de retener por otro método: de ahí el recurso a la fotografía. Esta obra de Nacho Criado adquiere su condición de imagen fija de un tiempo que transcurre mudo; en la exposición del Centro Galego, el sonido real de relojes aportaba una vivencia temporal más inmediata. La imagen posee un discurso propio entre lo estático y lo dinámico, y el cuerpo carnalmente presente, parece flotar y desmaterializarse entre rastros de otras imágenes que, como velos o huellas, se le superponen, fugaces y leves. Aun podría hallarse en esta obra una tercera presencia en concepto y forma. La cabeza de Criado reposa sobre una almohada blanca y un almohadón cuadrado negro; uno de los relojes es negro y el otro blanco, y ambos son cuadrados. Una sutil alusión al Cuadrado negro de Malevich respira entre el orden severo de la forma, la visión escueta y absoluta del creador del Suprematismo, y el cauce por el que se cruzan, furtivas, la memoria y el olvido. CB

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