Ninguna de las cabezas incluidas en este grupo es una representación plenamente naturalista, aunque sà lo habÃan sido las cabezas escultóricas ferrantianas desde finales de los años veinte. Aquellas cabezas femeninas en terracota y más tarde -ya a principios de los cuarenta- en piedra tallada eran naturalistas, y sus rasgos faciales poseÃan individualidad, aunque en un solo caso se trataba de retratos de personas concretas. En estos dibujos Ferrant nuevamente hace variaciones formales, y trata la cabeza aisladamente, sin hacerla pertenecer a cuerpo alguno. Realizadas con lápices de colores, como prácticamente todos los dibujos del productivo año de 1955 al que pertenecen, conservan algunos elementos comunes, como ser un bloque ovoide y definirse mediante nariz y uno o dos ojos. Pero Ferrant, partiendo de estas dos premisas y aplicando en sus cabezas su conocimiento de las artes primitivas americana, africana y oceánica, reduce unas cabezas a planos marcados a manera de máscaras, ahueca el bloque desde arriba o frontalmente, esboza una especie de facetado cubista o desarrolla la cabeza a partir de módulos curvos cuyo giro describe el volumen.