ENTRE LAS COSAS QUE BILLY PILGRIM NO PODÍA CAMBIAR, SE ENCONTRABAN EL PASADO, EL PRESENTE Y EL FUTURO
En esta exposición presentada conjuntamente por la galería Javier Silva y el Museo Patio Herreriano de Valladolid, cada obra es una narración, un punto de partida y parte de un todo. Lo presentado tiene un punto de locura, de absurdo, bastante verídico. Es una representación exacta, los juegos de espejos lo demuestran, de que lo que vemos es una metafóra de la Historia, de las noticias, de las diversas interpretaciones de los hechos que resultan distorsionados con pequeñas estrategias como las que se encuentran en las obras.
La instalación realizada en el MPH es traslación de uno de los dibujos de la exposición que se encuentra en la galería, pero variando su significado de modo que deja de ser pura ficción para transformarse en un trampantojo, un emulador de la realidad... En ella se encuentran retratados personajes que muestran hábitos, costumbres y oficios que antes se consideraban normales e incluso tenían buena consideración social (verdugo, esclavista...) y ahora se ven infames. Estos retratos superpuestos a modo con la cueva de los trogloditas, al verse también en la galería, no sabemos si funcionan a manera de espejo o de vasos comunicantes. Con ello se implica no sólo al espacio físico y habitable, sino también al tiempo, siendo un trampantojo tetradimensional.
En cuanto al título de esta exposición, es un extracto de la novela de Kurt Vonnegut Matadero cinco, en la que el personaje, enseñado por unos extraterrestres, es capaz de viajar en el tiempo, el cual es en realidad un bloque inalterable de acontecimientos, metafóra del determinismo social de aquella época que hacía a la gente luchar por cosas grandilocuentes que no entendían, como hoy en día.
En la galería, a modo de Ave Fénix se encuentra Autorretrato en Pelerín inspirado en un pasaje de la Historia interminable de Michael Ende: paseamos por un lugar que es desierto por el día, pero por la noche florece una selva más bella cada vez. Es un hecho que hay ciclos, que escapan a nuestro control y a nuestra insignicante condición.
¨y pensó, mientras alisaba el negro pelaje [del gato], que aquel contacto era ilusorio y que estaban como separados por un cristal, porque el hombre vive en el tiempo, en la sucesión, y el mágico animal, en la actualidad, en la eternidad del instante.