«[…] Anuncia del trigo las espigas / azules, la crespa hoja del roble /
acoge como tuyas las alas de esos árboles cipreses /
que te saludan pajarazos […]»
Olvido García Valdés
En Pajarazos David Bestué asume, de algún modo, el rol de un paisajista que trabaja desde la pulverización como estrategia para esquematizar el paisaje tanto desde su composición cromática como material. La muestra, que ocupa la Capilla y la Sala 9, se suma como propuesta específica del centro a reflexionar sobre la singularidad de los espacios históricos del Museo Patio Herreriano. La concepción y producción de las piezas de Pajarazos se encuentra atravesada por dos filtros: por un lado, la escultura policromada renacentista y barroca del Museo Nacional de Escultura de Valladolid y, por otro, la depuración descriptiva de la poesía de Olvido García Valdés cuando narra los rasgos del campo castellano. Bestué tritura una serie de objetos provenientes del paisaje vallisoletano hasta convertirlos en pigmentos, una metodología que puede entenderse como un proceso de depuración y síntesis de este mismo paisaje. A pesar de que, en muchos casos, trabaja desde la materia descompuesta, desde el objeto pulverizado y llevado al grado cero, la propuesta escultórica es de composición, propositiva. Este proceso, el de recurrir al paisaje como material, es el mismo que se encuentra en las esculturas del periodo renacentista y barroco presentes en el Museo Nacional de Escultura. Escultores como Alonso Berruguete, por ejemplo, utilizaban materiales como la madera de pino, la cola de conejo o el aceite de linaza, entre otros, para llevar a cabo sus esculturas. Esta descripción material y esquemática que podemos realizar de sus esculturas —más allá del significado iconográfico de las imágenes representadas— bien podría corresponder a una descripción material y cromática del propio territorio.
En la Capilla Bestué presenta una suerte de campo en vertical, un paisaje “de pie”. En el centro se sitúa un pilar de hormigón recubierto de pasta de papel y paja. La forma, de seis metros de altura, evoca diversos elementos al mismo tiempo: es pilar de puente y columna salomónica de retablo, es pierna y ciprés. Se genera un juego de semejanzas en el que estas se desdibujan las unas a las otras. Este elemento vertical se encuentra coronado por un gran pétalo de pasta de papel y pétalos de rosa recolectadas en distintos parques de Valladolid. La pieza se completa con un cubo de ciprés, generando una composición casi arquitectónica —soporte, cubierta y pozo—, que podríamos definir como un pequeño pabellón. En ella destaca el uso de materiales orgánicos como la paja, los pétalos de rosa y el ciprés, elementos que a la vez remiten —a veces por el color, otras por ser parte de— directamente al paisaje: cereales, flores y árboles que contrastan con los muros pétreos de la capilla.
En la Sala 9, se presentan una serie de trabajos de menor tamaño que se han realizado en paralelo a la instalación de la Capilla. Se trata de los Palés, Papeles, Pétalos, Figuras y Torsos. Los Palés son estructuras de pasta de papel, madera o resina, cuyo orden conforma una trama o secuencia. Bestué, con este gesto, ha querido esquematizar el paisaje igual que lo hace Agnes Martin en sus pinturas abstractas, artista referenciada por García Valdés en diversas ocasiones. Varios de los elementos materiales utilizados en los palés también se repiten en los papeles, que han sido realizados en el Museu Molí Paperer de Capellades. El resto de piezas de la sala han surgido de distintas visitas que el artista ha realizado a museos e iglesias de la ciudad, así como poblaciones cercanas como Medina de Rioseco, con la excepción del gran pétalo rojo situado en la pared del fondo y que toma como referencia directa el color intenso de la vestimenta de Jesús en El expolio, una pintura del Greco ubicada en la Sacristía de la Catedral de Toledo, así como la forma de las casullas extendidas. Las distintas Figuras y Torsos que se distribuyen por la sala dan muestra de la reciente tendencia o interés de Bestué por prescindir del molde y, con sus propias manos, tratar de moldear el material en busca de formas corporales que generan cierta tensión iconográfica o de representación entre lo sacro —la cruz, la Pietà o el descendimiento son imaginarios presentes— y lo profano —la proyección del deseo a través de la sugestión de distintas formas del cuerpo—.
La aparente disociación entre formas y materiales en los distintos objetos responden, en realidad, un proceso de metamorfosis de la materia y de traspaso de significados entre unos y otros. De algún modo, mediante este proceso, se disuelve la literalidad de la forma y se abraza la posibilidad poética del material.
Marta Sesé
Comisaria