La primera planta del Museo Patio Herreriano es una de las paradas a las que todas estas imágenes que vemos han llegado tras recorrer un camino en el que han vivido múltiples vidas. Éstas se han dado en lugares y momentos diferentes, invariablemente alumbradas, cada una, no siempre por la misma luz. Son imágenes que remiten a alguna de esas vidas vividas y que a un mismo tiempo apelan a un poderoso sentido de la potencialidad; imágenes que nos resultan tan valiosas por lo que puedan expresar en un futuro como por lo que ya transmitieron en su día. En pocas palabras: son tan proclives a ofrecer nuevas situaciones narrativas como sólido es hoy el acervo en el que entonces se inscribieron. La posibilidad de un destino próximo, más o menos inminente, se pone, por tanto, de manifiesto, pero a su vez resulta imprevisible. Llegan a esta parada las imágenes tras haber sido una cosa y muchas otras más, tras haber ahondado en torno a esas ideas de autoría que tan fácilmente devenían autoritarias y propensas a establecer jerarquías. ¿Cuál es el recurso principal del que se sirve? Una estética vinculada a la Cultura Do It Yourself, “hazlo tú misma/hazlo tú mismo” que apela a modos de hacer más ágiles y directos que, si entonces se situaban en un espacio que se resistía a la norma, hoy no resultan menos incisivos, toda vez que el mundo digital ofrece la posibilidad de una precisión y Vieites sistemáticamente aborda la imagen desde lo que ha denominado prácticas low-fi, de baja fidelidad o resolución.
“Alrededor del mundo” toma su título de una pieza homónima realizada por la artista en 1991. Eran años cruciales, sobre todo en un contexto, el del País Vasco, que aceleraba en la forja de las relaciones entre la creación artística y la pedagogía. Azucena formó parte de los ya históricos talleres de Arteleku, y ahí surgió su interés por una enseñanza en el arte que pudiera re-articular convenciones académicas en relación con la enseñanza artística. “Alrededor del mundo” ya delata un modo de hacer que elude la imagen cerrada. Mira hacia los años ochenta en los que se formó y en donde se dieron muchas de las claves de lo que traería consigo la década de los noventa. Son esos años ochenta en Bilbao los que generan espacios para la teoría y el activismo feminista, la pujanza del punk, el pospunk y otras escenas urbanas (no solo es punk la música a la que ha acudido Azucena), la creciente proliferación de tendencias editoriales periféricas como los fanzines… En este contexto la artista inicia una práctica que consiste en trabajar desde una economía de recursos en torno a la idea del original, la copia, la obra única, seriada o reproducible.
De entre la multitud de referencias a las que acude la artista se encuentra el recuerdo de su visita a la exposición de Ángeles Santos en el Patio Herreriano, una muestra que le marcó profundamente. Aquí vio ese gran cuadro llamado “Un mundo”, que pertenece a la colección permanente del Museo Reina Sofía, y que tiene mucho de esa voluntad de configurar un universo propio, de servirse de la creación como forma de encontrar un lugar y acotar una posición.
“Alrededor del mundo”, a su vez, remite a una canción de Lisa Stansfield, quien, en 1989, publicó All Around the World. Año clave en la historia reciente, 1989 es testigo de la quiebra total de las utopías y del advenimiento de la globalización. El título de esta muestra apela al acceso ilimitado a las imágenes que dan forma a la cultura popular y a la consciente voluntad de filtrar el sentido primero de las cosas a través de un ejercicio de edición y resiginificación.
En no pocas ocasiones, Azucena apela a procesos que desaparecen para volver a reactivarse y reconfigurar, retomar, cierta posibilidad narrativa. La fotocopia, la serigrafía, y la posibilidad de repetición implícita, hacen que la imagen se diluya, siendo esta una característica central en su obra; de un quehacer que resulta poliédrico en su singular consideración de toda opción gráfica.