CARLOS LEÓN
Ayer noche mañana será tarde. El jardín del tiempo y la Memoria
¿Dónde comienza la historia de la que ésta exposición “Ayer noche mañana será tarde” muestra una mínima parte? ¿Porqué ésta selección, éstas pinturas, éstas fechas? La historia comienza en los años setenta, cuando Carlos León exhibe por primera vez sus magníficas pinturas, imbuidas del espíritu del movimiento francés Support-Surface, pero mostrando ya una ruptura con su entorno artístico, una ruptura hecha con conocimiento y consciencia de con qué está rompiendo, así como de la renuncia que ésta ruptura supone.
La exposición no está concebida como una celebración narrativa de la trayectoria del artista, ni como un análisis crítico de su trabajo, sino más bien como una metáfora para revelar su percepción profunda de la pintura, para mostrar los pasos que ha dado en la dirección de la libertad y su capacidad para hacer en cada momento aquello que siente que debe hacer.
Esta muestra es para mí como una larga conversación con la obra de Carlos desde sus inicios, interrumpida durante largos periodos de tiempo y retomada con continuidad en su plena madurez artística.
A lo largo de estos años el artista ha pasado de la tela al dibond, de los pinceles y las brochas a las manos, mostrándonos cómo cada vez, el descubrimiento de una nueva técnica y soporte implica la utilización de nuevas zonas de sensibilidad y afecta al contenido mismo de la pintura.
La trayectoria de Carlos León es en mi opinión, desde el comienzo hasta hoy, el paradigma de una investigación sobre la abstracción, esa abstracción capaz de formular lo que todavía es desconocido o nuevo, de transmitir un más amplio entendimiento de la, en muchos casos, incomprensible realidad y cuyo poder se deriva del misterio esencial de sus conflictos y contradicciones.
En las décadas de los ochenta y noventa el artista pasó por Paris y Nueva York, estuvo casi relegado al olvido durante algunos años y finalmente volvió y se recluyó en su estudio de la provincia de Segovia. Estos andares y pausas proporcionaron a Carlos León un espacio creativo para considerar su estética y su concepto, para profundizar en todo aquello que ya se encontraba en sus inicios: la filosofía y el psicoanálisis; para abrazar profundamente la literatura, la mitología y todas sus metáforas y para finalmente dedicarse con devoción a la naturaleza, a su jardín turbulento, clásico, barroco y hoy en día absolutamente depurado.
Carlos León, como Philip Guston, no ha estado nunca interesado en recoger directamente sus impresiones de la naturaleza, sino en crear una realidad teórica propiamente suya, a través de la pintura y el gesto.
La mayoría de las obras en la presente exposición forman parte de series, en donde siempre hay un color dominante (rojo, carmín, negro, azul de Prusia, ocre…) que el artista emplea, activa y gozosamente, como el principal protagonista emocional de sus apasionados y a veces agresivos cuadros, que revelan su fuerza visceral.
Las obras actuales están llenas de apasionados matices, de manchas y suntuosos pasajes de pintura que se mezclan para formar composiciones llenas de emoción. En ellas los colores caen y se chocan sobre la superficie del dibond como olas contra las rocas, haciendo espuma y burbujeando, elevándose y sumergiéndose en un juego físico, energético y sensual que aparentemente no tiene principio ni fin.
Carlos León introduce en sus pinturas el motivo del paisaje y el jardín, pero en términos abstractos que surgen desde la memoria, el sentimiento o la sensación de ella, comprometiéndose con rigor intelectual y una gran intensidad física.
El artista ha enmarcado la actividad frenética de la pintura con una equilibrada y casi formal estructura que sintetiza, de un modo muy eficaz, el caos y el control. A través de una memoria de las formas como memorias visuales, pero también y más intensamente, como sonidos, sensaciones, huellas……percibimos el reflejo de cómo la imagen se define a sí misma dentro y contra la vorágine de los sentimientos.
Las pinturas de Carlos León nos muestran un paisaje de la imaginación, donde el tema cede protagonismo a la indagación pictórica del color, la textura y la superficie.
María de Corral
Octubre 2009