AMAYA BOMBÍN
Piedra
Una piedra que rueda no acumula musgo. Atribuido al escritor sirio Publilius Syrus (85-43 a. C.), este viejo proverbio tenía por objetivo criticar el nomadismo y la actitud de quienes se niegan a enraizar su actividad en un lugar en particular y formar parte de una comunidad establecida. En esta interpretación, una piedra rodante es un objeto fuera de lugar que aún no ha encontrado el sitio al que pertenece. También es lo opuesto a lo que se espera de una piedra como algo estático e inamovible, como la base de un edificio, una ciudad o un país. El proverbio también se puede entender en términos de nuestra mente errante: constantemente a la deriva, llevada por innumerables pensamientos y estímulos, la mente nunca se asienta y le resulta difícil concentrarse, detener el flujo de pensamientos para permitir que el musgo de las nuevas ideas comience a brotar lentamente.
Pau Waelder.